Nos vendieron el patriarcado con la idea de que los hombres debían ser fuertes, dominantes y proveedores, mientras que las mujeres debían ser sumisas, cuidadoras y dependientes. Sin embargo, la verdad es que el patriarcado oprime a todos, hombres y mujeres, de diferentes maneras, y que la opresión se cruza con la clase social, la raza, la orientación sexual y la identidad de género.
Hoy nos venden el amor propio para meternos cada vez más adentro, como si la solución a nuestros problemas fuera simplemente amarnos a nosotros mismos, sin cuestionar el sistema que nos oprime. Somos seres sociales cada vez más asociales, inundados de información pero cada vez más desinformados, incapaces de distinguir entre la verdad y la mentira, entre la justicia y la injusticia.
Pero hay una forma de romper esta trampa: el compañerismo de clase. El compañerismo de clase es la solidaridad que surge entre aquellos que comparten la misma lucha, la misma opresión, la misma búsqueda de justicia. Es la unión de los que no tienen nada, de los que no tienen voz, de los que no tienen poder.
El compañerismo de clase es la resistencia a la opresión, es la lucha por la justicia, es la búsqueda de la igualdad. Es la fuerza que nos hace decir "no" al sistema que nos oprime, que nos explota, que nos reduce a meros objetos.
De chica me enseñaron a moverme en un mundo muy distinto al tuyo, a caminar contra mano, por el medio de la vereda, sin miedo a ser vista, sin miedo a ser escuchada. Un mundo donde las miradas hablan, donde expresarte y discutir estaba permitido, a abrir la puerta y donde comíamos tres y entraban cinco, donde la comida era un acto de amor y de comunidad.
No entiendo tus códigos básicos de lealtad porque en el mundo donde yo crecí no importa que tanto se enojen esas personas conmigo; me ven caminar y me reconocen, me abren la puerta sin preguntar, me preparan té hasta que vuelva a ser seguro salir... No entiendo tu mundo de hipocresía porque me enseñaron a escupir mi opinión con respeto y nunca ninguno de los que estuvieron en desacuerdo se cruzaron de vereda.
La revolución es la solidaridad, es la capacidad de entender y de sentir el dolor del otro. Es la capacidad de ver al otro como un ser humano, con emociones, con sentimientos, con debilidades y fortalezas. La revolución es la capacidad de amar, de amar sin condición, sin expectativa, sin miedo.
Me formé en un mundo dentro de un sistema perverso con gente que no necesita quererme, pero se juega el cuerpo conmigo, se juega la vida por mí, me enseña a luchar por lo que es justo. No voy a entender tus códigos del amor condicionados a un sistema que no sabe cómo amar sin poseer, sin controlar, sin dominar.
La vida en sí misma es política, las relaciones humanas son políticas y las cosas que te sensibilizan te hacen humano. Nos vendieron el cuento de la productividad como objetivo en la vida cuando simplemente estamos sobreviviendo, y la guerra real es que el sistema no nos consuma, no nos reduzca a meros objetos, no nos quite nuestra humanidad.
El compañerismo de clase es la esperanza de un futuro mejor, es la lucha por la justicia, es la búsqueda de la igualdad. Es la unión de los que no tienen nada, de los que no tienen voz, de los que no tienen poder. Es la fuerza que nos hace decir "no" al sistema que nos oprime, que nos explota, que nos reduce a ser solo cuerpos de consumo.
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